INFLAMACIÓN Y LA SALUD MENTAL
“INFLAMACIÓN Y LA SALUD MENTAL”
En muchas de las áreas de la salud nos hemos ido habituando a escuchar del rol preponderante que va ocupando la investigación alrededor de los factores inflamatorios, su control y el impacto que esto tiene en modificar la evolución de los pacientes.
Estas evidencias giran alrededor de los vasos sanguíneos y la salud del aparato cardíaco, la diabetes mellitus, el correcto metabolismo y cómo se modifican los desenlaces de los enfermos, el cáncer y cómo se han ido incluyendo medicamentos con efecto antiinflamatorio en la terapéutica habitual de los pacientes; pero no está todavía tan difundido, que, en el área de la salud mental y el sistema nervioso, ya los datos nos han ido enseñando que somos un órgano más del cuerpo.
El estado del arte actual en el conocimiento de la inflamación y la salud mental nos permite enunciar que existen variables genéticas que convierten a unos más susceptibles que a los otros.
El estrés, ya sea de tipo físico o psicológico se convierte en el siguiente paso en el proceso a considerar. Si la exposición a uno de estos episodios, con suficiente intensidad y severidad se da en edades muy tempranas modifica de forma sustancial la forma de responder del sistema nervioso central para el resto de la vida. El tipo de modificación se da en base a una serie de moléculas químicas muy comunes conocidas como citocinas.
Existe una gran variedad de las mismas, unas de tipo pro inflamatorio y otras de característica antiinflamatoria, con lo que se altera de forma real el equilibrio entre las mismas.
Estos cambios producidos en la infancia y la adolescencia modifican la forma de reaccionar y de interactuar de una cascada de marcadores químicos en el cerebro y que cambian los niveles de neurotransmisores necesarios para que tengamos labores emocionales, cognitivas y conductuales sanas, incluso, de otros segundo marcadores de la inflamación, de la interconexión y de la generación de nuevas neuronas, básicos para seguir adelante enfrentando los diferentes estímulos adversos que tiene la vida.
Actualmente podemos ya medir algunas de estas sustancias en los exámenes de laboratorio de los pacientes y poder predecir quién va a ser un buen respondedor a los manejos farmacológicos habituales, y en quien vamos a tener que potenciar el manejo con algunos compuestos antiinflamatorios para poder obtener el éxito, explicándonos muy bien una buena cantidad de casos de pacientes resistentes a los esquemas de tratamiento estándar en la farmacopea.
Así que, en el presente y muy claramente, en el futuro muy cercano, nos vamos a aproximar a costumbres ya muy hechas en las áreas del conocimiento médico mencionadas al comienzo de esta columna. Así como ya para nadie es extraño escuchar del uso del ácido acetilsalicílico (aspirina), en la lista de tratamientos para un paciente con cardiopatía o hipertensión; así vamos a contar uno o dos compuestos extras a los antidepresivos, estabilizadores del estado del ánimo, antipsicóticos y ansiolíticos, para poder obtener desenlaces maravillosos en todas las personas.