Psicopatía
Definamos Psicopatía
La evidencia disponible al momento habla de que la llamada psicopatía es un término continuo y multidimensional, que puede clasificarse de muchas maneras, basándose en síntomas clínicos o en términos derivados de ciertos rasgos de personalidad, que pueden ir desde el involucro en comportamientos ilícitos desde temprana edad (antes de los 15 años) a conductas antisociales tanto agresivas como no agresivas. El término es comúnmente utilizado para hacer referencia a un trastorno de la personalidad conocido como Trastorno de la Personalidad Antisocial. Es un concepto controvertido, ya que algunos investigadores lo consideran un trastorno en sí, mientras que otros consideran a la psicopatía como un subtipo del Trastorno de Personalidad Antisocial, pero teniendo una presentación más severa.
Se relaciona con alteraciones en procesos de pensamiento, caracterizados por irresponsabilidad social, que se acompaña de conductas tendientes a explotar a terceros, conductas criminales y que quienes las llevan a cabo no tienen una noción de empatía o remordimiento. Se considera que el no tomar en cuenta los derechos o el bienestar de terceros es una característica primordial de este trastorno, así como el engaño, la manipulación para obtener beneficios, la impulsividad y la incapacidad de tener relaciones interpersonales estables. Hay rasgos de personalidad que se consideran importantes para su estudio, dividiendo a estos pacientes en dos grupos principales. El primero es caracterizado por presencia de ansiedad baja y alta asertividad; mientras que el segundo grupo se caracteriza por alta ansiedad, agresividad e irritabilidad. Se ha propuesto un tercer grupo, en el que se integran rasgos de personalidad como la mezquindad, audacia y la desinhibición.
Se considera que factores ambientales y genéticos se encuentran involucrados en el desarrollo de este trastorno, como las experiencias adversas en la infancia (distintos tipos de abuso o negligencia parental) y psicopatología infantil. Destacan algunas investigaciones que la presencia de una dinámica familiar disfuncional o en relaciones con pares también se encuentran relacionadas con su desarrollo. Actualmente, se busca localizar un gen específico que se relacione con el progreso de rasgos de personalidad ligados a este trastorno.
Se hace presente en el género masculino de 3 a 5 veces más que en el género femenino y se ha visto mayor relación entre este tipo de personalidad y el consumo de sustancias, así como un menor coeficiente intelectual general de quien lo padece.
El tratamiento carece de un algoritmo apropiado. Actualmente, no hay evidencia científica que apoye algún tipo de intervención psicofarmacológica específica que muestre mejoría significativa en este grupo. Sin embargo, se recomienda la medicación para tratar las comorbilidades que pudieran presentarse, como la agresividad, trastornos del afecto, de ansiedad o impulsividad. El manejo es complejo y multifacético, brindándose atención generalmente cuando ya se ha presentado una disfunción grave. Requiere de intervenciones de distintos profesionales en salud mental, las que se presentan generalmente en ambientes carcelarios, en donde se considera que hasta el 75% de su población cuenta con este diagnóstico.
La carga social, familiar y de la comunidad asociada a este tipo de pacientes es grande, dadas las características del trastorno. Se considera que las personas con una mejor red de apoyo presentan mejor evolución, en donde se ha visto que los síntomas mejoran alrededor de los 40 o 50 años.
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